BIENVENIDO/AS, Sensibles del planeta.

Es evidente que hacer poesía precisa de una condición especial, innata en ciertos aspectos, adquirida en otros tantos. Pero lo que nunca puede faltar en el interior de todo aquel que es o aspire ser poeta, independientemente de su condición humana, de su formación académica y sus circunstancias sociales, es esa chispa de pasión que enciende y pone en marcha el motor de su imaginación, que lo echa a volar, que lo trasporta hacia mundos extraños cuya profanación está rotundamente prohibida al común de la gente, a aquellos que carecen de la sensibilidad y la delicadeza necesarias para transformar lo simple en complejo y lo complejo en simple, lo inexplicable en comprensible, lo misterioso en común, lo grande en pequeño, lo feo en atractivo, lo sublime en alcanzable… Por eso el poeta suele ser para muchos un ser extraño, dotado de cualidades excepcionales, incomprendido en muchos casos; pero respetable siempre, por sus dotes virtuosas de hábil receptor de las vicisitudes que ocurren en su entorno.

domingo, 17 de octubre de 2010

LA LUNA Y LOS AMANTES.....

Extraño tus manos nerviosas en mi espalda infinita,

Tu respiración acelerada,

Y la incomparable manera de hacer el amor

En cada rincón de esta casa,

Esta muy triste mi nariz

Vive extrañando tu fragancia.

Tus latidos me pertenecían ajena mía,

y la luna era más blanca, cuando nos amábamos.

Mis dedos han enflaquecido,

Extrañan la calidez emotiva bajo falda café,

El rose inquieto de ombligo

Y los olores curativos de nuestra desnudez.

Mis labios tienen un tono pálido desde que no viajan a tus piernas,

Mi lengua anhela ejercitarse en tus abismos hormonales,

Sentir el fuego de tu pasión

Eres loba ardiente con una chispa salvaje.

Había más estrellas en el inmenso cielo,

y la luna era más blanca, cuando nos amábamos.

Eran míos tus latidos

Tu mirada confesada predicaba tu amor de rojas lágrimas en las mejillas,

A veces sufre llanto el amor

Dolores de parto, aguda pesadilla.

Las mañanas eran más frescas cuando nos amábamos,

Teníamos razones para mirar el mar y sonreír,

No había un solo motivo para no estar desnudos

Para olvidarnos de un mundo que giraba infeliz.

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