Un colibrí
recordaba su viejo nido,
el que nunca pudo bordar
en las ramas del olvido.
Con sus ojos nublados de llanto
elevó al firmamento la mirada
porque estaba lejos del árbol
aquel que una vez fue su casa.
Con sus alas viejas y cansadas
se dirigió hacia la luna,
queriendo recordar una a una
todas las vivencias del pasado.
Y volteó hacia donde estaba el árbol
del que no quedaba ni la sombra,
pues el tiempo había derramado sus gotas
sobre aquella su seca raíz.
El colibrí lloró atado al silencio
y sobre una roca detuvo sus pasos
tan solo para llenarse de ausencia
al empaparse con aquel pasado.
Todo esto
gracias a aquel vuelo agotador
donde no hubo rastros del amor,
aquel que tuvo en su juventud.
Ahora permanece a oscuras
todo lo que antes era luz.
Al azar de su soledad
decidió morir en aquel lugar,
conjuntamente con su sueños.
Toda su vida fue un hoyo negro
dormido en ninguna luz.
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