
Esta locura venial
me condeno en un instante.
Tus ojos son los culpables;
Por ellos soy pecador.
Verosímil sentimiento
de leñas y pies al fuego
en el vergel de mis amores,
al cual le sumaste tus flores,
porque el amor también te embistió
como por equidad de un ser divino.
Épico amor desnudado por el vino
en una noche aventurera,
donde la lluvia mustia
quiso entristecer la escena
en la que con tanto esmero te amé.
Tus caricias descansan en mi piel
por los siglos de los siglos,
como cual hondo cuchillo
en el corazón del esfinge,
gracias al esgrima del cazador.
En este caso fue el amor,
que como guerrero sabio
atacó de frente;
y con su poder exorbitante,
de cual expoliar amante,
decapitó la soledad.
¡Auxilio!
¡Hay fuego en la ciudad!
Dos amantes arden en llamas,
se besan desesperadamente,
han perdido el pudor y la calma,
porque se aman en presencia
de su locura venial.
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