
Largas madrugadas mojadas de frío
en la que noche pierde su esencia.
Residuos de besos temidos por un alma
que entre recuerdos se esfuma y se quiebra.
No eres mía.
Eres de mi sueño una pesadilla necesaria,
una gota que de mis ojos se escapa
en su irónico intento de desbordar un río.
Secos caudales
de ilusiones nunca saciadas,
que persiguen los deseos
de un alma que en silencio se escapa.
Si, se escapa;
se esconde de mí, estando dentro,
la persigo
y buscándote la encuentro.
Estás allí,
arrodillada ante su imagen perfecta,
como quien quisiera adorar
o inmolarse frente a su puerta.
Ámala un poco menos
y todavía será demasiado;
no te entregues por entero
para que evites provocarte daño.
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