
Estuve vivo
hasta que mis ojos se posaron en ti.
Mi corazón te soñó mi primer amor;
mas de él no serías ni el último,
pues no me pertenecías.
Los besos de mi boca
le prohibiste a la tuya.
Mis lágrimas construyeron su ausencia
sobre tu pañuelo de bolsillo,
pues se marchitó para mí
tu hombro amigo,
a la merced de tu necesidad.
Y aunque se me agotaron las lágrimas
el dolor seguía igual, o peor.
Eran menos los latidos
de mi corazón el tuyo.
Soy muerto que entre los vivos camina
como cual errante vagabundo.
La soledad me ha hecho víctima
de sus abusos tan continuos;
pero nunca como ahora.
Y estuve vivo,
lo estuve hasta que mis ojos te vieron,
y te quisieron tan fuerte y tan profundo
que sufrió su primer amor el último,
pues no le correspondiste.
No sabes los males que le hiciste
al negarles la mirada,
porque en la suya permanecía plasmada
la preeminencia del amor;
el que guardaba para ti.
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