BIENVENIDO/AS, Sensibles del planeta.

Es evidente que hacer poesía precisa de una condición especial, innata en ciertos aspectos, adquirida en otros tantos. Pero lo que nunca puede faltar en el interior de todo aquel que es o aspire ser poeta, independientemente de su condición humana, de su formación académica y sus circunstancias sociales, es esa chispa de pasión que enciende y pone en marcha el motor de su imaginación, que lo echa a volar, que lo trasporta hacia mundos extraños cuya profanación está rotundamente prohibida al común de la gente, a aquellos que carecen de la sensibilidad y la delicadeza necesarias para transformar lo simple en complejo y lo complejo en simple, lo inexplicable en comprensible, lo misterioso en común, lo grande en pequeño, lo feo en atractivo, lo sublime en alcanzable… Por eso el poeta suele ser para muchos un ser extraño, dotado de cualidades excepcionales, incomprendido en muchos casos; pero respetable siempre, por sus dotes virtuosas de hábil receptor de las vicisitudes que ocurren en su entorno.

sábado, 11 de diciembre de 2010

VERSOS EN LA HUMARADA....

Una copa de agua ardiente,

un cigarro y tu retrato contaminando mi existencia,

el corazón me obliga a amarte

desde los pies a la cabeza,

sin que pueda evitar pensarte.

Se adormece mi lengua

mi alma se extrémese,

y el deseo se despierta

por culpa de esta agua ardiente.

Estoy sin ti

contigo dentro de mi vida insatisfecha,

no se que diablos fui para ti

ni porque destrozaste mi incomprendida existencia.

Ojala te amen muchas veces,

que alguien pinte en tus labios una inolvidable sonrisa,

deseo que seas la mujer mas feliz

que ocurra pronto, con acelerada prisa.

Te olvidaré frente a todos,

pero en mis noches, tuyos serán mis latidos que te sueñan,

este corazón nació para ti

es imposible que encuentre otra dueña.

Besare otros labios,

libraré otras guerras,

imaginaré tu cara

en las caras de ellas.

Y te amo,

¿quien lo evitará?, si alguien pudiera,

le he rezado a los dioses

he prendido mil velas,

he ayunado en los montes

pero el amor aumenta,

como una cruel epidemia.

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